El Bolero Golpista Latinoamericano

“Los pueblos que no conocen su historia, están condenados a repetirla”

Winston Churchill.

marisolzimbroninteriorNo se trata esta de una columna musical. El título, estimado lector, hace referencia al Bolero de Ravel, obra en la que la melodía se repite una y otra vez durante casi 7 minutos, cambiando únicamente los instrumentos que la van interpretando, dando como resultado, una obra que a mi parecer, es magnífica.

Sin embargo, la repetición constante, casi compulsiva -como diría Sigmund Freud- no es lo más recomendable para los países ¡mucho menos para los continentes!

Pero Latinoamérica parece no querer recordar ni entender su pasado y así nos condenamos irremediablemente a repetirlo.

Hace ya casi un mes del golpe de Estado en Honduras al presidente Manuel Zelaya. Entre intermediaciones, negociaciones, protestas, viajes y reuniones, nadie hasta hoy ha logrado revertirlo abriéndose así la –por muchos temida- posibilidad de reeditar una historia conocida, en la que las intervenciones arbitrarias del ejército golpista subyugan a una incipiente democracia.

¿O acaso hemos olvidado la tradición militar de nuestra historia política?

El duque de Wellington (1769-1852) culpaba a Simón Bolivar  de haber sentado el ejemplo que condenaría a Sudamérica a una trágica sucesión de golpes de Estado y gobiernos militares al haber sido él mismo víctima de un golpe de Estado para convertirse posteriormente, a través del mismo recurso, en dictador.

Razón tenía Wellington al hablar de una condena, pues nada más en el siglo XX se tienen documentados 287 golpes de Estado en América Latina: 56 en Bolivia, 36 en Guatemala, 31 de Perú, 24 en Panamá, 23 en Ecuador, 17 en Cuba, 16 en Haití, 16 en la República Dominicana, 15 en el resto de las islas caribeñas, 10 en Brasil, 9 en Chile, 8 en Argentina (sin contar los más de 30 intentos fallidos); 12 en Venezuela, 8 en Colombia, 5 en Uruguay y 1 en México (la tentativa golpista en contra del Gral. Calles en 1929).

Hoy, en pleno siglo XXI, subsisten  remanentes de dictaduras pasadas, como los Castro en Cuba, y dictaduras de este siglo como la de Hugo Chávez en Venezuela que, aunque fue electo presidente a finales de 1998, realmente se ha consolidado como dictador en este siglo. Por si fuera poco, hoy en día Honduras quiere darnos una vuelta más de la misma tonada.

Es interesante tomar en cuenta que la mayoría de los golpes de Estado han sido de la izquierda sobre la derecha a excepción de algunos cuantos, como por ejemplo el intento en 2002 contra Hugo Chávez y el actual de Micheletti sobre Zelaya que es  todavía más peculiar ya que ambos pertenecen al mismo partido liberal; sin embargo –y aunque hoy lo niegue- la presidencia de Manuel Zelaya parecía estar tomando ciertas medidas que, por un lado no convenían a los intereses de los empresarios –bien representados por Micheletti- y por otro adquirían tintes de querer perpetuarse en el poder; así, a pesar de pertenecer al partido derechista de Honduras, Zelaya comenzó por unirse a la izquierdista Alianza Bolivariana de las Américas, iniciativa de su gran amigo Hugo Chávez.

Por su parte, quienes apoyan al grupo golpista de Roberto Micheletti sustentan que estas acciones de Zelaya eran por demás inconstitucionales, tratando así de justificar una “remoción necesaria” o un cambio de poder que no tiene otro nombre más que golpe de Estado, al menos en cuanto a su ejecución, aunque quizá estamos ante un estilo “moderno” de golpe, en el que las instituciones y los procesos electorales parecen mantenerse.

Pero incluso si las acciones de Zelaya ponían en riesgo la democracia de Honduras, seguramente existen métodos legales y constitucionales para solucionarlo; pero sacar a punta de pistola a un presidente de su casa, por la noche, en pijama, para llevarlo a otro país no es una de ellas.

Más aún, difícilmente podemos pensar que es mera casualidad el hecho de que sea Roberto Michelleti el que ocupa el sitio presidencial de Manuel Zelaya, si tomamos en cuenta que Michelleti perdió la candidatura contra Zelaya en las elecciones internas del partido liberal.

Bien decía Cursio Malaparte que el golpe de Estado era un recurso de poder cuando se corre el riesgo de perder el poder por la vía constitucional.

Sin embargo, y dándole el beneficio de la duda a los motivos del grupo representado por Michelleti, tomemos en cuenta lo que Zelaya hizo aquí en México: por un lado visita al Presidente Felipe Calderón, quien le ha demostrado su apoyo;horas después se reúne con simpatizantes lopez-obradoristas y permite que se hable mal del mismo Felipe Calderón y, por si fuera poca incongruencia, el mismo Manuel Zelaya emite un comentario que parece una clara alusión negativa contra Calderón y a favor del peje: “a veces es mejor sentirse presidente que serlo”… vaya volubilidad de don Manuel… ¿o buscará que en México se logre tocar el mismo son dictatorial que él podría pretender en su país?

Entonces, más allá de los dimes y diretes que así como justifican reprueban la situación hondureña, no podemos dejar de lado la realidad de que detrás de todos estos movimientos políticos, sociales y militares, se cuecen las verdaderas ambiciones humanas por el poder, y así repetimos una y otra vez la misma cantaleta, la misma tonada: un hombre disfrazado de caudillo es electo por el pueblo; un grupo opositor erige un líder que, a falta de recursos democráticos y paciencia, decide arrebatar el poder por la fuerza justificando sus acciones al achacar malas intenciones y, por tanto, peligrosidad al gobierno que derroca, convirtiéndose entonces en una especie de “salvador”, traidor al mismo tiempo pues el poder habrá de obsesionarlo, despertando envidias en nuevos grupos casi siempre disfrazados de caudillos que luchan por la desigualdad social y así cumplir la condena de repetir su propia historia.

Y qué miedo da a algunos que esta historia de la que han sido protagonistas se les revierta y si no, preguntémosle a Fidel Castro, quien poco después del golpe de Estado en Honduras declaró temer una ola golpista que barrería con muchos gobiernos latinoamericanos.

Así el bolero continúa, con distintos instrumentos e intérpretes, pero con su mismo ritmo y melodía una y otra vez…

…Y cuando desperté, el bolero seguía sonando.

Texto tomado de mi columna semanal en la Revista Líderes Mexicanos: Desde el Diván / Marisol Zimbrón
7 Agosto 2009
Sección: Columnistas Invitados

Una respuesta to “El Bolero Golpista Latinoamericano”

  1. Creo que los sucesos de las últimas semanas en Honduras han vuelto a poner en evidencia que la limitación de los mandatos de los dirigentes políticos es el reto que tiene planteada la consolidación de la democracia en América Latina en este momento. Este modo de entender la democracia en un sentido plebiscitario no hace sino debilitar a las democracias latinoamericanas, después de la ola democratizadora de los últimos veinte años.

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