Homenaje a un líder de la pluma y el papel
(Puedes leer mi columna semanal en: http://www.lideresmexicanos.com/)
La labor del columnista es fácil; es fácil porque se trata de escribir para compartir: compartir opiniones, ideas, sentimientos; en el fondo, todo columnista es escritor. Las herramientas cotidianas son la pluma y el papel… hoy la computadora, pero el proceso de construcción del escrito que compartimos no difiere mucho entre lo que hacemos hoy y lo que se hacía antes, entre lo que en la forma hacen un periodista, un novelista, un poeta; el fondo es lo que cambia.
Las palabras inundan los medios de comunicación día a día; sobran razones para escribir y más aún, pretextos para compartir lo escrito.
Pero en todo hay niveles -como reza cierto comercial- y hablando de liderazgos digno es hablar de un poeta, escritor, dramaturgo, líder, que dejó este mundo hace pocos días, pero que sin duda alguna, a través de su obra continuará su presencia trascendiendo los confines del espacio y el tiempo.
¿Y no es precisamente eso a lo que todo líder aspira o debiera aspirar? A dejar su huella, a dejar algo mejor en este mundo a partir de su labor cotidiana, a partir de su aportación.
Benedetti no sólo fue líder literario, sino líder soñador y es de ahí de donde parte el camino de todo líder exitoso: de un sueño.
Un sueño que surge desde el alma, porque sólo imprimiéndole pasión a lo que hacemos podemos triunfar.
Un sueño que se vuelve pregunta: ¿Por qué no hay más viajes a la luna?
Un sueño que nos hace creer que cada ciudad puede ser otra.
Y a partir de ese sueño inicia el recorrido, usualmente con un cálculo de probabilidades, con la conformación de un currículum, con el diseño de la táctica y la estrategia que, a partir de la teoría y la práctica, habrá de llevarnos a tornar ese sueño -convertido en proyecto- en una realidad exitosa: un sueño con certificado de existencia.
Pero para alcanzar el éxito el líder debe librar esa batalla diaria, manteniéndose en pie, haciendo que las palabras se vuelvan hechos, perseverando y consciente de que siguiendo el camino correcto, el éxito, a veces lento, pero viene.
Benedetti lo sabía; para él el mundo era una página en blanco y cada día una oportunidad para escribir el soneto de rigor, diciendo ciao al pesimismo y poniéndose como límite a sí mismo a veces el mar y otras muchas el infinito.
Pido disculpas al lector por esta pequeña licencia poética que me he tomado escudándome en el pretexto de la presente columna: Mario Benedetti.
Nota: Las frases en negritas son títulos exactos de poemas de Benedetti.