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¿Adopción para todos?

Posted in Uncategorized with tags , , , , , , , , , , , , , , , , , on enero 8, 2010 by Marisol Zimbrón

Argumentos democráticos, de igualdad –amparada también constitucionalmente en nuestro artículo primero- y no discriminación a favor, argumentos religiosos, políticos y prejuicios en contra.

La sociedad y la opinión pública se encuentran divididas en opiniones ante la aprobación, por parte de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, de la ley que autoriza los matrimonios homosexuales y les permite adoptar hijos para constituir una familia.

Entre tanta discusión ideológica pocos argumentos sólidos se han escuchado y me pregunto, por un lado si nuestra sociedad está preparada, mentalmente, para aceptar sin discriminación a hijos de familias homosexuales y, por otro, si alguien ha tomado en cuenta cuestiones básicas del desarrollo psicológico en medio de esta controversia.

Aclaro de antemano que en cuanto a la igualdad de derechos a todo ser humano, así como el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo no tengo objeción alguna, sino por el contrario creo en el real y legítimo derecho a la igualdad. Sin embargo, en cuanto a la adopción se refiere, considero que lo primordial a considerar no es ni los derechos de los padres, ni los cánones religiosos, ni los tabús, sino el bienestar de los niños.

En otras palabras, no hay que olvidar que el objetivo de la adopción no es dar un hijo a padres que no pueden tenerlo, sino dotar al niño de unos padres que le proporcionen un entorno lo más adecuado posible para su desarrollo y bienestar, de otro modo, se convierte a los niños huérfanos en objetos para sustentar la igualdad y la no discriminación; y esto es algo que deberíamos pensar seriamente y considerar tanto heterosexuales como homosexuales, toda la sociedad mexicana.

Con esto no quiero decir que necesariamente resultase dañino, para un niño, contar con dos padres o dos madres por el simple hecho de ser adoptado por una pareja homosexual. Se ha demostrado que otros modelos de familia distintos al tradicional padre, madre, hijos funcionan, como son las familias monoparentales o las reconstruidas, por dar un par de ejemplos.

Aún así, existen elementos clave en el desarrollo psicológico del ser humano que deben ser tomados en cuenta y que, desde esta perspectiva, la adopción por parejas homosexuales no parece la mejor opción para un niño o una niña, como tampoco lo son las familias violentas y abusivas, pero por otras razones.

En si mismas, las parejas del mismo sexo no tienen por qué ser un factor de “perversión” para la crianza de los niños, como mencionó Norberto Rivera, por le contrario, muchas de estas parejas –cuando son formadas por individuos sanos mental y emocionalmente- son perfectamente capaces de proporcionar cariño, cuidado, sustento y educación.

Entonces ¿en qué radica realmente el problema? Pues bien, en los primeros años de vida, los niños no tienen conciencia cabal de si son hombres o mujeres, esta identidad se va aprendiendo y determinando a partir de las identificaciones con las personas que los rodean y, principalmente, con las identificaciones con los padres, de ahí la importancia de que existan referentes muy cercanos que muestren tanto las diferencias anatómicas como conductuales y de identidad entre hombres y mujeres.

Obviamente en las parejas formadas por dos personas del mismo sexo –además de someter a los niños adoptables a una suerte de “normalidad forzada” en pro de la igualdad- impide la presencia de ambos géneros, tanto en rol como en anatomía, y arriesga la identidad sexual del niño a quedar incompleta o confusa, con las consecuencias psicológicas, emocionales y sociales que esto acarrea.

Se puede argumentar, claro está, que las parejas monoparentales están en la misma condición, sin embargo los niños en estas condiciones suelen tener un ejemplo heterosexual ya sea a través de los abuelos, tíos o incluso de las parejas del padre o la madre. Dicho de otro modo, aunque no esté uno de los dos padres, está la idea de la existencia de un padre (aunque ausente) del otro sexo y no la vivencia de ambos padres del mismo sexo.

Esta falta de dualidad y complementariedad en el más básico sentido de la palabra podría complicar el desarrollo psicosexual del niño y su adquisición de una identidad de género definida, ya que esto depende de procesos de identificación con los padres del sexo equivalente al suyo y procesos de deseo hacia el padre del sexo opuesto al propio.

Dado que en una pareja homosexual las dos figuras parentales –que por obvias razones son las de mayor influencia sobre el niño- son del mismo sexo, la identificación con un rol e identidad sexual específica y determinada (sin importar si es hetero u homo) se torna más difícil; incluso si la inclinación del niño resulta heterosexual –asumiendo que tienen la misma probabilidad que un niño criado en una pareja heterosexual- esta elección inconsciente podría generar culpa por la posibilidad de “defraudar” a sus padres adoptivos homosexuales, haciéndole sentir ansiedades importantes comparables a las sufridas por los hijos homosexuales de padres heterosexuales.

Evidentemente existen argumentos también que apoyan la adopción por parte de parejas homosexuales, muchos de éstos dicen incluso estar sustentados en estudios. Lo cierto es que cualquier estudio, para ser válido y confiable, debería abarcar al menos 30 años de vida de las personas para así tomar en cuenta todo el proceso de desarrollo psíquico y ser capaces de observar las consecuencias –tanto buenas como malas- de la adopción y crianza por parejas homosexuales.

Por otro lado y en respuesta a la otra pregunta, que al inicio de este artículo presento, referente a si la sociedad mexicana está lo suficientemente preparada para aceptar adecuadamente familias formadas por padres homosexuales y niños adoptados, en mi opinión es claro que no y de ahí la división de opiniones basadas, casi todas ellas, en prejuicios dogmáticos y no en argumentos pragmáticos.

En este sentido, considero que los problemas de socialización de los niños serían otra consecuencia de la adopción en una pareja homosexual ya que estás siempre serán minoritarias y por tanto por más que se le repita a un niño en estas condiciones que es igual a los demás no será fácil que se sienta así al observar la evidente diferencia de su familia nuclear con la de sus compañeros, ya sean estas de parejas heterosexuales o familias monoparentales o reconstruidas.

Pensemos en esto: cualquier respuesta que se le de a un niño en estas circunstancias al cuestionar por qué sus amigos tienen una mamá y un papá o por qué él tiene dos hombres o dos mujeres como padres, lo enfrentará a un estado de confusión interna y de discriminación inherente a él por parte de sus compañeros. En otras palabras, un núcleo familiar con dos padres o dos madres puede resultar, desde un punto de vista psicológico y pedagógico, confuso y contraproducente para el  desarrollo de la personalidad y la adaptación social del niño, tornándose entonces en fuente de sufrimiento y ansiedad que son factores que, tanto en las parejas homo como heterosexuales se debe siempre pugnar por evitar.